Todo nuestro odio es producto de un mundo que nosotros creamos.

Flectere si nequeo superos, acheronta movebo

martes, 17 de febrero de 2015

Los trastornos mentales según Aldous Huxley

Mientras termino la actualización escrita por mí, en la cual hablaré sobre la libertad, os dejo un texto de Aldous Huxley perteneciente a "Nueva visita a un mundo feliz", el cual recomiendo muy mucho que os leáis.

"Parodiando la frase de Winston Churchill, podríamos decir que nunca tantos han sido tan manipulados por tan pocos. Estamos realmente muy lejos del ideal de Jefferson de una sociedad genuinamente libre compuesta de una jerarquía de unidades autónomas: "las repúblicas elementales de los barrios o poblados, las repúblicas de condado, las repúblicas estatales y la República de la Unión, formando un escalonamiento de autoridades".


 Vemos, pues, que la tecnología moderna ha llevado a la concentración del poder económico y político y al desarrollo de una sociedad gobernada (implacablemente en los Estados totalitarios y cortés e invisiblemente en las democracias) por la Gran Empresa y el Gran Gobierno. Pero las sociedades están compuestas de individuos y son buenas únicamente en la medida en que ayudan a los individuos a realizarse conforme a sus potencialidades y a lograr una vida feliz y fecunda. ¿Qué repercusión han tenido los avances tecnológicos de los últimos años en los individuos? He aquí cómo responde a esta pregunta un filósofo psiquiatra, el doctor Erich Fromm: "Nuestra sociedad occidental contemporánea, a pesar de su progreso material, intelectual y político, ayuda cada vez menos a la salud mental y tiende a socavar la seguridad interior, la felicidad, la razón y la capacidad para el amor del individuo; tiende a convertirlo en un autómata que paga su frustración como ser humano con trastornos mentales crecientes y una desesperación que se oculta bajo un frenético afán de trabajo y supuestos placeres."


 Nuestros "crecientes trastornos mentales" pueden manifestarse en síntomas neuróticos. Estos síntomas son claros y causan una zozobra extrema. Pero "huyamos –dice el doctor Fromm– de definir la higiene mental como la prevención de los síntomas. Los síntomas no son como tales nuestro enemigo, sino nuestro amigo; donde hay síntomas hay conflicto y el conflicto siempre indica que las fuerzas vitales que luchan por la integración y la felicidad siguen combatiendo todavía". Donde cabe hallar a las víctimas realmente incurables de la enfermedad mental es entre quienes parecen los más normales. "Muchos de ellos son normales porque se han ajustado muy bien a nuestro modo de existencia, porque su voz humana ha sido acallada a edad tan temprana de sus vidas que ya ni siquiera luchan, padecen o tienen síntomas, en contraste con lo que al neurótico sucede."


Son normales, no en lo que podría llamarse el sentido absoluto de la palabra, sino únicamente en relación con una sociedad profundamente anormal. Su perfecta adaptación a esa sociedad anormal es una medida de la enfermedad mental que padecen. Estos millones de personas anormalmente normales, que viven sin quejarse en una sociedad a la que, si fueran seres humanos cabales, no deberían estar adaptados, todavía acarician "la ilusión de la individualidad", pero de hecho han quedado en gran medida desindividualizados. Su conformidad está derivando hacia algo que se parece a la uniformidad. Pero "uniformidad" y libertad son incompatibles. Uniformidad y salud mental son incompatibles también... El hombre no está hecho para ser un autómata y, si se convierte en tal, la base de la salud mental queda destruida".


 En el curso de la evolución, la naturaleza se ha tomado muchísimo trabajo para que todo individuo sea distinto de cualquier otro individuo. Nos reproducimos poniendo en contacto los genes del padre con los de la madre. Estos factores hereditarios pueden combinarse en un número de modos casi infinito. Física y mentalmente, cada uno de nosotros es único.


 Cualquier cultura que en interés de la eficiencia o en nombre de cualquier dogma político o religioso trate de uniformar al individuo humano comete un ultraje contra la naturaleza biológica del hombre."

Como persona que tuvo un trastorno mental (y seguro que ahora tengo alguno, pero no diagnosticado), me siento profundamente identificado con éste texto. Nunca me he sentido uno más de la maquinaria, si bien es casi imposible vivir fuera del sistema en la sociedad occidental, ya que ésta lo abarca todo, siempre me he sentido como una pieza rota del engranaje, mas ésto no me ha producido el mismo malestar que a otras personas, algunas cercanas incluso, las cuales manifiestan su disensión en forma de depresión, insomnio, principios de esquizofrenia, de bipolaridad...

Tampoco ha aparecido en mí un sentimiento de superioridad absoluta, como he observado en algunas personas, las cuales creen que por no ser uno más de la masa son superiores a los demás, llegando a rozar (no soy psicólogo para diagnosticar nada, pero conozco los síntomas y...) el narcisismo.

A veces me veo hablando con alguien, me preguntan porqué duermo durante el día y estoy despierto durante la noche, que eso no es normal, otras veces me dicen que debo aprender a comportarme, a no decir según qué cosas en ciertas situaciones porque no es correcto... a veces les respondo con algo ingenioso, otras me puede el tedio y me limito a asentir o a decir el muy de mi tierra "poh ya veh".
No vivo con la preocupación de llevarle la contraria al sistema en todo, como otros muchos, simplemente vivo como a mí me apetece vivir, bajo mi único juicio y ley, si coincido con el sistema bien, si no coincido, mala suerte.

No me interesa seguirle el juego al sistema.
No me interesa llevarle la contraria al sistema.
Sólo hago lo que quiero, cuando quiero, procurando que todos mis actos sean decisión mía, y tomando responsabilidad por cada uno de ellos. Si molesto al sistema, que le zurzan, y si no, también.

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